XXI Edición
Curso 2024 - 2025
Tiempo de pensar
Natalia Sepulcre, 16 años
Colegio Altozano (Alicante)
No me acostumbro a la velocidad con la que suceden las cosas, a la urgencia con la que se espera que actuemos ante cualquier situación, al instante como medida del tiempo. No me acostumbro a lo que, apenas sin darme cuenta, he dejado que entre en mi vida.
No soy capaz de recordar cuándo fue la última vez que me dediqué a pensar durante un largo rato, sin prisas, y a cultivar el dolce far niente, expresión italiana que se refiere al disfrute de la calma y el descanso, a hacer nada, es decir, ni eso que llamamos scrolling, ni a seguir en un dispositivo los capítulos de la serie de moda, ni a buscar actividades de relleno con un propósito anestesiante. Por eso, me he dado cuenta de que sin pausa, sin espacio y sin silencio, no puede surgir nada que me despierte la motivación.
Así lo piensa también un buen amigo sacerdote. Un viernes por la tarde en mi parroquia, nos invitó a reflexionar sobre las prisas y la importancia de detenerse a pensar durante un rato cada jornada. ¡Menudo descubrimiento encontrarme con una propuesta que yo no había conseguido expresar con palabras!
Él tiene unos cuantos años más que yo, por lo que ha conocido lo que es vivir sin dispositivos electrónicos. Me resulta difícil, casi distópico, imaginarme la vida sin hacer uso continuado de la tecnología. Entendí que el cura buscaba concienciarnos acerca de las comodidades que nos envuelven, que en lugar de ayudarnos nos privan de asumir tareas y retos, de hacer las cosas (un trabajo de clase, entablar una amistad, comunicarnos con la gente a la que queremos…) por nosotros mismos. Somos incapaces de pensar en el aquí y ahora, pues siempre ponemos la mente en lo que va a pasar dentro de un rato, mañana, en una semana o el año que viene. Me pregunto por la razón de esta huida adelante, cuando solo existe el ahora.
Pausa, espacio y silencio son tres ingredientes indispensables de una vida plena. Pausa, espacio y silencio nos ayudan a estar con nuestros pensamientos sin más invitados. Recapacitar y sentir en el silencio nos permite que nos ocurran cosas muy beneficiosas, porque el ser humano no puede dejar de plantearse cuestiones acerca de la realidad que le rodea, de sí mismo, de los otros, del bien o de la justicia. ¿Por qué no tomamos entonces el tiempo necesario para valorarlas y responderlas? Hablar de silencio cuando pretendemos dialogar con nuestras inquietudes parece una contradicción, pero para escuchar lo importante hay que acallar el ruido.
Mi madre compartió conmigo algunas ideas que surgieron en una tertulia literaria que ella modera: en el silencio nacen las ideas más claras y las decisiones más firmes; el silencio no es vacío, es el espacio donde todo toma forma; el silencio no pide nada, solo que seas.
He empezado a dar el paso. Aunque a veces me supone una auténtica batalla campal, prefiero el cansancio del que lucha por lo que quiere y desea, que el hastío por batallas que no son las mías.