XXI Edición
Curso 2024 - 2025
Cincuenta veces
más fuerte
Ángel Murcia
Colegio Altair (Sevilla)
Era de noche y la lluvia se deslizaba sobre las ruinas de la ciudad. Desesperado, el joven buscaba a su mentor gritando su nombre. Tras una larga exploración logró encontrarlo, más no como se esperaba. Su mente sufrió un colapso, sus pupilas se encogieron y el horror se extendió por todo su cuerpo: ante él se encontraba el cuerpo sin vida de su maestro, tendido sobre un charco. Conmovido se hincó de rodillas y comenzó a llorar al tiempo que abrazaba el cadáver. Se culpabilizaba de su muerte por no haber podido intervenir en la batalla, y todas sus esperanzas se desvanecieron al contemplar la mirada sin vida de aquel a quien consideraba un hermano mayor. Pero enseguida su desesperación se convirtió en rabia, y empezó a golpear con frustración el cuerpo, como si intentara despertarlo de un profundo sueño. Se puso a gritar con fiereza. Se sabía responsable de aquella situación. En un potente impulso de ira, mientras vociferaba el nombre de su amigo, despertó en su interior una violenta aura que le erizó el cabello. Acaba de activar por primera vez su máximo poder.
A primera vista, esta escena resulta impactante, aún más si tenemos en cuenta que fue diseñada para una serie de animación dirigida a los espectadores más jóvenes. Recuerdo perfectamente cómo me sentí la primera vez que la vi: la desesperación del protagonista traspasó la pantalla y caló mi corazón. Por así decirlo, llegué a verme reflejado en él.
¿Quién no ha sentido en algún momento que no puede más, que le han abandonado las fuerzas, que todo en lo que creía está perdido? En mi vida este tipo de situaciones son cada vez más frecuentes, pues el día a día de un estudiante de 2º de Bachillerato está repleto de complicaciones atosigantes, en las que uno se siente tentado a tirar la toalla a sabiendas de que la vida puede arrollarle.
Pero cuando creo que toco fondo y me dejo vencer por la angustia, me paro a recordar a aquellas personas que me han acompañado a lo largo de mis días y que, lamentablemente, ya no se encuentran junto a mí. En especial, me viene la presencia de mi primo pequeño, que se marchó de este mundo a causa de una enfermedad, y el de mi padrino, que fue el hombre más gracioso del mundo pero que, por desgracia, no consiguió aguantar el ritmo frenético de la vida. Estoy convencido de que ambos me toman de los hombros para guiarme en aquellas ocasiones en las que no encuentro una salida, que me despiertan mis poderes latentes para que pueda descubrir que soy cincuenta veces más fuerte de lo que me pensaba.