VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

La patología de la perfección

María Santaella, 16 años

                  Colegio Sierra Blanca (Málaga)  

La patología de la perfección afecta a todos los sectores sociales y a ambos sexos –no hay que olvidar el creciente número de varones anoréxicos-. Esta epidemia se ha propagado más rápida y eficazmente gracias no solo a los medios de comunicación y a la presión del entorno, sino a la debilidad de la autoestima de los jóvenes, provocada por el desconocimiento de la persona en sí.

Existen páginas web al alcance de cualquier adolescente que tenga la autoestima a la altura del suelo. En ellas se explica cómo soportar la debilidad física y mental que conlleva el hambre, la falta de fuerzas… Las chicas, sencillamente, se dejan morir. Desean llegar a ser princesas sin redondeces ni mejillas coloradas. Princesas con todos los huesos marcados bajo una piel casi traslúcida, tétrico mapa que recorre el cuerpo. Princesas con una belleza considerada pura, sin un atisbo de grasa, de imperfecciones. Dispuestas a morir y ser mártires paganas.

La facilidad que tenemos para obtener información –hay miles de millones de datos colgados en la red, ya sean ciertos o las ideas de cualquier chalado de andar por casa–, hace que lleguemos con patética simpleza a contenidos destructivos.

El drama de estas enfermedades mentales ligadas a la alimentación es la confusión sobre lo que es la belleza, según unos cánones más que dudosos. Los afectados sueñan con la belleza como con un deseo inalcanzable, convirtiéndola en un bien todavía más deseable y a cualquier coste. Mas la idea resulta tan oscura y suave que dejan que las envuelva, que las atrape. Como si de una vía de escape a los problemas que las rodean se tratase, sumiéndose en un infierno pintado en colores deslucidos. Y cuando se dan cuenta de ello, es casi imposible salir de la pesadilla.