III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

Esperanza

Pilar Soldado, 14 años

                Colegio Entreolivos (Sevilla)  

    Desde aquí arriba, te veo entre la multitud. Para mí sólo existes tú, aunque con esto no quisiera parecer egoísta. Te lanzo un “te quiero”, pero mis palabras se las llevó el viento del puerto, porque no me mirabas. Y es que no quieres verme marchar.

    Contemplas como zarpa el barco y que la distancia entre nosotros dos se vuelve abismal. Te veo correr por la rada, agitando los brazos mientras tu cabello, agitado por la brisa marina, entorpece tu visión.

    Yo también corro hacía popa. No quiero decirte adiós, porque quizás no vuelva a verte, pero, ¿puedes garantizarme ese “quizás”? Me has demostrado tu amor, yo creo en ti, tú crees en mí. Entonces, ¿por qué tengo tanto miedo?

    Puedo ver tus ojos verdes bañados por las lágrimas. ¿Lloras por mí? Nunca te lo permitiría: a mi lado tu sólo eres alegría.

    El barco aumenta su velocidad. ¿Eres aquella mota gris? Mis ojos claros a veces me engañan.

    Más tarde, en mi camarote, pensé en ti: en tus besos, tus abrazos, tus sonrisas… ¡Empecé a extrañarte demasiado pronto! Entonces abrí mi maleta y encontré una fotografía perfumada con tu colonia, en la que aparecías sonriendo, como siempre. Al pie de la foto había un texto que decía: “Te quiero. Hoy estás muy guapa. Mañana vendrás a verme y yo te esperaré con los brazos abiertos. Espero que puedas contarme cosas bonitas. Besos, Fernando”

    Por eso sonrió todas las mañanas: porque lo primero que veo es tu sonrisa, porque al reconocer ese perfume que caracteriza te siento junto a mí, porque todos lo días me dices que me quieres y que estoy muy guapa. Y entonces, parece que te oigo. Porque todas las noches me acuesto deseando que llegue mañana.