VI Edición
Curso 2009 - 2010
El campesino
Miguel Saceda, 15 años
Colegio Jesús María CEU (Alicante)
El hielo se pegaba a sus ropas, provocándole un frío que le cortaba la circulación. Pasó junto al arroyo, ahora congelado, y cruzó a paso ligero la avenida central de la aldea. Tocó a la puerta y esperó a que su hermana Laura le abriese. Tras saludarla, entró en la casa y, dejando el fusil en el rincón, corrió a calentarse al fuego. Mientras se frotaba las manos y comenzaba a sentir de nuevo las orejas, escuchó unos pasos tras él y la voz de su padre.
-¿Qué tal la caza Pedro?
-Mal; tan solo un par de conejos.
-No me gusta que te quejes tanto. Cuando yo era joven, si había que pasar hambre, se pasaba.
-Pero, padre, las cosas tendrían que cambiar. ¿Porque tenemos que trabajar la tierra de los señores si durante el invierno ellos se mudan a su residencia del sur y nos abandonan al frío?
La cabeza de Pedro se enredó en aquellas injusticias, sin prestar atención al ya repetitivo sermón de su padre sobre el destino de cada uno. Él no creía en el destino, al menos no en el que le obligaban a creer. Según sus señores, ellos estaban destinados a trabajar hasta su muerte las mismas tierras para, después, rendir sus frutos. Pero él tenía otros planes...
No hacía ni cuatro noches, se encontraba en la taberna del bueno de Armando cuando entró un viajero. Vestía ropa elegante, lucía una barba cuidada, y portaba bastante equipaje.
Como Armando se había torcido un tobillo, Pedro le ayudaba a cambio de unas monedas. Así que acompañó al caballero hasta su habitación. Cuando depositó las maletas en el suelo, el hombre se dirigió a él:
-Por lo que veo, estás cansado de tanto trabajo...
-Es lo que toca, señor.
-Eso está bien. Una recompensa con sacrificio sienta mejor. Sin embargo, no es justo confundirlo con el trabajo innecesario para favorecer a otros.
-¿Se refiere usted a los señores?... Ellos tuvieron suerte al nacer.
-¡Jamás dejes que tu condición de nacimiento te condicione la vida, pues solo se vive una vez! La gente como yo creemos en un mundo mejor. Me pareces un buen chico. Suena precipitado, pero si quieres escapar de este mundo, parto pasado mañana y busco un aprendiz.
De vuelta al presente, Pedro comenzó a cenar junto a su hermana Laura y su padre. A los postres les comunicó su decisión, y tras debatir con su padre durante toda la noche, le convenció de que iba a viajar a un lugar mejor.
Aquella misma noche, dos siluetas desaparecieron en la noche rumbo a la ciudad.