VIII Edición
Curso 2011 - 2012
Cumpleaños fuera de tiempo
Elena Cadafalch, 15 años
Colegio La Vall (Barcelona)
Hoy, dos de octubre, cumplo años.
Hacia las cuatro de la tarde llegué a casa. Entré en el portal, subí en el ascensor, pulsé el botón del cuarto piso y al salir, vi el rellano. Estaba decorado de una manera diferente a la habitual.
Entré en casa y sentí como si hubiera vuelto al pasado, ya que no había casi muebles. El salón estaba vacío, excepto por la televisión y dos sofás. Miré por las habitaciones y en ellas sólo encontré una cama de matrimonio y cajas de mudanzas.
Abrí una. Tenía fotografías en las que solo aparecían mi hermana mayor y mis padres. Me fijé en la fecha de la última foto: seis de junio de mil novecientos noventa y seis. Había retrocedido catorce años en el tiempo. Para asegurar que no me estaba volviendo loca, busqué un calendario. Y lo encontré: indicaba que había retrocedido hasta el día de mi nacimiento.
Salí a la calle. Me dirigí a casa de mis abuelos. Como tenía unas llaves, entré, pero no encontré a nadie de la familia. En mi bolso llevaba dinero, así que tomé un tren que me dejó en Barcelona, cerca de la clínica de la Virgen del Remedio. Fue allí donde me topé con mi tía y con mi hermana mayor, que parecía tener cuatro años. Las seguí. Se dirigían a una habitación en donde estaba toda mi familia. Asomé la cabeza y me vi en los brazos de mi madre. Ella me miraba con una felicidad inmensa, a pesar del cansancio.
Pasaron las horas. No me moví. Seguí contemplando la llegada de familiares y amigos de mis padres. Para mi sorpresa, la tía Mariaina parecía mucho más joven que mi hermana la vi la última vez que hable con ella. Hice unos cálculos: la tía sólo contaba diecisiete años y la vi más saludable que después de los catorce años que transcurrieron hasta que yo crecí y me convertí en la persona que soy ahora.
Movida por la pena, comencé a llorar y me acerqué a la tía Mariana para abrazarla. Ella no entendía quién era yo ni de dónde había salido. Me miró confusa antes de tomarme de la mano para presentarme ante mi madre.
Empecé a contarles todo desde el principio: lo que había hecho esta mañana de mi cumpleaños y lo que había sucedido desde mi nacimiento hasta mi catorce aniversario, cómo había llegado al hospital. Mi madre sonrió desde la cama y me dijo:
-No te preocupes. Ya volverás al día de hoy.