XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

Un cambio cultural 

Mateo Sánchez, 16 años

Colegio IALE (Valencia)

Vivir un cambio cultural es una experiencia impactante. En mi caso, la experimenté cuando cumplí once años, pues fue entonces cuando mis padres decidieron marcharse de Francia para empezar una nueva vida en España. Abandonar mi país natal, a mi familia y mis amigos, fue todo un desafío que ha marcado mi experiencia de una manera que no podría haberme imaginado. 

Al principio me sublevé ante aquel cambio radical. Echaba de menos mi casa, a mis abuelos, mis tíos y mis primos, al barrio, la pandilla y mi escuela. No obstante, mis padres me hicieron entender que debía adaptarme porque no había vuelta atrás: en Valencia había comenzado un nuevo capítulo de nuestra vida. 

Hay que tener en cuenta que por entonces apenas sabía una palabra en castellano. Cuando me inscribieron en un colegio público, cercano a nuestra nueva residencia, mi vocabulario se resumía en dos palabras: <<vale>> y <<gracias>>, que empleaba viniera o no al caso. Pero como era pequeño, aprendí la nueva lengua en pocos meses, no como mi madre, que a día de hoy sigue encontrando algunos problemas para hablar y escribir correctamente en español. Pero, más allá de las palabras y las conjugaciones verbales, me di cuenta de que la verdadera diferencia entre Francia y España se encuentra en las costumbres y en la mentalidad de las personas. Me refiero a situaciones simples que, sin embargo, hacen que el día a día sea diferente. Por ejemplo, en Francia la etapa de educación primaria termina un año antes que en España. También tenemos otra hora para cenar, entre las siete y media y las ocho de la tarde, lo que aquí es impensable.

Cuando cruzas las fronteras para asentarte en una cultura distinta, descubres un mundo nuevo con diferencias llamativas. En mi caso, no esperaba que estas fueran tan grandes, dada la vecindad con mi país de origen. Por eso me sorprendía que los españoles actúen de una manera distinta, es decir, que encuentren respuestas diferentes a problemas similares.

A día de hoy me comporto de una manera que podría considerarse más francesa que española. A la hora de charlar con amigos o cuando tengo que expresar mi opinión, casi siempre utilizo metáforas y referencias francesas como, por ejemplo, el <<l’esprit de l’ escalier>>, que consiste en ofrecer una respuesta ingeniosa a una conversación después de que esta haya terminado. Como no encuentro ningún equivalente en español, la he titulado en francés. Por mi parte, es más un “reflejo cultural” que un acto consciente.

Siempre he tenido por objetivo adaptarme del mejor modo posible al lugar en el que resido, pero quiero enfatizar que esto no implica que vaya a renunciar a mis raíces.