XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

Traductor de silencios 

Mateo Vázquez, 14 años

Colegio El Prado (Madrid)

Soy traductor de silencios. Los traductores son una pieza fundamental en nuestra sociedad. Tenemos traductores de todas las lenguas, de los idiomas más antiguos e, incluso, de los extintos. Sin embargo, no hay ningún traductor del silencio. 

El silencio se escucha en una frecuencia a la que pocos humanos llegan. Se parece a los silbidos que solo algunos animales son capaces de oír. Como resultan molestos, estos hacen lo posible por taparse los oídos. Lo mismo nos pasa a los humanos, pero al revés: de vez en cuando alguien decide quitarse las manos de los oídos y pararse a escuchar el silencio. Es en ese momento tan sumamente improbable, cuando la persona se convierte en traductora del silencio.

Fuerteventura es la isla del silencio. Un silencio en el que se escucha a algunas personas que gritan hasta dejarse la voz, pero que nadie las oye. Son las mismas que una mañana, tiritando (y no de frío), se acercaron a la orilla del mar para embarcarse en un viaje imposible. Escudriñaron el horizonte tratando de ver una tierra que ansiaban, pero delante solo tenían un desierto azul.

Se oyen gritos, hay que subirse a la patera, el corazón golpea, esas voces se entrecruzan con los llantos de sus hijos. Otra voz grita: «¡A la patera!». Fugazmente se escucha un tropel de pasos que se abalanzan hacia la embarcación. Se oye el miedo, se oye la esperanza. Y de pronto, sólo silencio. 

Las pateras siguen viniendo a Fuerteventura. Cada vez más numerosas respecto al año anterior. Y nosotros, como los perros, nos tapamos los oídos ante aquellas frecuencias que no queremos oír.