XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

En homenaje a Gea 

Jimena Rosique Gutiérrez, 16 años

Colegio de Fomento Altozano (Alicante)

“Hogar, dulce hogar”, es el eslogan que decora los felpudos bajo las puertas de entrada, los vinilos en las paredes de los hostales y un cuadro en los pisos minimalistas. Siempre en letras cursivas, con caligrafía bien delineada y colores llamativos.

“Hogar, dulce hogar”… Un hogar que va más allá de cuatro paredes, que atraviesa los tejados y llega a un cielo repleto de estrellas. Un hogar que no es poliédrico; al contrario, es una esfera mayoritariamente azul, con manchas ocres y verdes, en el que habitamos todo tipo de especies. 

Gea es el nombre que recibe la Tierra en la mitología griega, a la que representan como madre suprema, y aunque sepamos que aquellos relatos no eran sino historias para tratar de ofrecer ilustrar fenómenos que, en su momento, no tenían explicación científica, los griegos no se equivocaron al entregarle aquel rol de progenitora.

Gea nos ofrece las condiciones perfectas para que podamos habitar en ella, pues es el único planeta con estas características dentro del Sistema Solar. Así que no entiendo por qué cada vez que nos preguntan cuál es nuestro planeta favorito, tendamos a escoger cualquiera de los que están fuera de nuestro alcance. 

Es innegable que Saturno tiene siete anillos majestuosos y que Neptuno es igual de claro que un cielo en primavera, pero, ¿cómo puede ser que no apreciemos la belleza que nos rodea cada día y que tenemos al alcance de la mano? La respuesta es diáfana: somos inconformistas.

Por naturaleza, el ser humano aspira a más de lo que ya ha conseguido, porque lo que tenemos nunca nos parece suficiente. No es que ahora busquemos alternativas para dejar atrás a nuestra madre la Tierra, pues desde siempre ha sido así, con los astrónomos de la Antigua Grecia, con los egipcios o con los profesionales de la NASA. La humanidad vive en la loca carrera de descubrir que hay más allá de lo que nuestra vista alcanza. 

Si bien es cierto que quedarnos estancados en lo que ya conocemos no es positivo, y que la investigación del Universo puede resultar clave para nuestro bienestar futuro, esto no implica que no debamos admirar y cuidar el lugar en el que hemos nacido. Por mucho que Júpiter sea más grande, no debería opacar la hermosura de nuestro planeta azul. 

Si cuando nos preguntan cuál es nuestro lugar favorito para vivir, contestamos que aquel que sentimos como un hogar, la próxima vez que nos pregunten por nuestro planeta favorito deberíamos darle una oportunidad a Gea, protectora de todos los seres humanos.