XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

El puente de las estrellas 

Blanca Carrasco, 14 años

Colegio Adharaz (Sevilla)

La tarde de un diez de julio, dos personas acudían a encontrarse, sin saberlo, para ver las estrellas, que comenzaban a asomarse en un cielo de tonos anaranjados.

Un hombre salió de una casa solitaria y se dirigió hacia un puente. A juzgar por su expresión, no esperaba encontrarse con nadie. Su mirada descontenta iba de un lado a otro con una mueca de desagrado.

Atravesó una fiesta infantil de cumpleaños, pero no se detuvo. Trataba de abstraerse del bullicioso ambiente exterior con la música que le llegaba por los auriculares que regalan en los trenes. Un pequeño par de ojos se detuvieron a observarle, pero él apretó el paso, deseoso de llegar a su destino. 

Una vez en el puente, se sentó en uno de los pretiles con las piernas colgando y la cabeza oculta entre los hombros. Allí, aquel hombre que detestaba la vida en la gran ciudad se lamentó con suspiros silenciosos.

Alzó la vista para contemplar el firmamento. Los astros se habían hecho visibles en el cielo nocturno. Entonces escuchó una respiración que no era la suya. Fue grande su sorpresa al encontrar a su lado a un niño de no más de diez años.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó con voz acusadora.

—Estoy construyendo un cuento —dijo el pequeño, sin miramientos—. ¿Qué va a hacer usted?

—Yo vengo a… ¿Sabes qué? No espero que lo entiendas. Mejor, no te lo explico.

Como el chico permaneció sin moverse, el hombre se decidió a retarlo.

—¿Conoces algún cuento?

El niño aceptó, y comenzó su narración: 

—Una vez, un hombre salió de su casa para admirar las estrellas. Y buscándolas, se perdió la noche.

—Cómo termina tu relato, si puede saberse… —le pidió el hombre sin disimular su creciente interés hacia aquel niño, que se había sentado a su lado.

—Usted ya lo sabe.

—¿Qué quieres decir? —no se había esperado aquella respuesta.

—Que necesita observar un poco más.

El tipo se echó para atrás y lo miró fijamente a los ojos.

—Me gustaría saber qué te hace pensar eso.

—Yo le he visto antes a usted, pero usted a mí no.

—Mentira, Estoy seguro de que nunca he coincidido con alguien como tú. De ser así, te recordaría. 

—Ha sido hoy mismo —insistió el pequeño.

—Te digo que no me he cruzado con nadie; eso lo tengo claro. Dime tú cuándo ha ocurrido ese supuesto encuentro. O dame una pista, al menos. 

—Hoy es mi cumpleaños.

Entonces le vino a la mente aquella mirada llena de inocencia, una expresión de curiosidad que decidió ignorar, envuelto por la música y las prisas que conducen a ninguna parte.