XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

El paso del tiempo 

Leire Gómez Montero, 15 años

Colegio Ayalde (Vizcaya)

El pasado verano, pude compartir mucho tiempo con mi abuelo materno. Las conversaciones que mantuvimos me proporcionaron los mejores momentos de las vacaciones, pues mi abuelo –como la mayoría de los abuelos– atesora un sinfín de experiencias y, además, sabe contarlas.

Cuando pienso en él, inmediatamente reflexiono en que el transcurso del tiempo es un fenómeno que nos acompaña desde el momento en que llegamos al mundo. A medida que avanzamos en la vida, la presencia de la finitud se vuelve cada vez más notoria.

Para mi abuelo el tiempo avanza rápido, mientras para mí parece transcurrir con pausada lentitud. Cada día se me despliega como una hoja en blanco llena de oportunidades. Las horas fluyen, permitiéndome saborear cada momento. Mientras,  el futuro es un horizonte lejano y repleto de promesas. 

Mi abuelo me insistía en que el tiempo pasa sin que apenas nos demos cuenta, y que termina por arrastrarnos consigo. «Aunque te cueste creerlo, Leire, a veces creo que sigo siendo joven y que tu abuela me espera en el portal de la casa de sus padres, porque le he prometido dar un paseo juntos por el parque». 

Algunos días me habló de los buenos momentos que pasó junto a amigos que han muerto. También de las lecciones que aprendió de su padre y de su abuelo, tal como me sucede a mí, con las que fue moldeando su carácter. «También aquello que recuerdo con desagrado o tristeza, me ha guiado a la madurez de una vida plena», me dijo con convicción mientras tomaba de la mesa un marco con una fotografía, en la que aparece con la abuela y sus hijos. 

El avance del tiempo también nos permite presenciar los cambios en el mundo que nos rodea. El constante desarrollo tecnológico y los avances científicos son ejemplos de la dinámica sociedad en la que vivimos. Aunque mi abuelo tiene la oportunidad de aprovechar estos cambios, siente nostalgia por un pasado que parece haber quedado atrás.

Gracias a sus palabras, me he dado cuenta de la importancia que tiene aprovechar cada momento. El tiempo es un recurso limitado y precioso, y la forma en que lo invertimos define nuestra vida. Junto a él llegué a la conclusión de que el paso del tiempo es un recordatorio constante de que no somos eternos. Aunque a veces pueda resultar aterrador, debe ser un catalizador para vivir plenamente y disfrutar de los pequeños momentos.