XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

El otro lado del sistema 

Pau Cortés, 16 años

Colegio IALE (Valencia)

Nuestros mayores han construido una sociedad marcada por las altas expectativas profesionales. Nos presionan a los estudiantes incluso durante la educación secundaria y el bachillerato. De nosotros se espera un boletín de notas inmaculado, que hagamos todo tipo de actividades extraescolares, que llevemos los deberes al día, que destaquemos en los deportes, en la música y en otras habilidades vinculadas más al talento que al esfuerzo. De este modo, los adolescentes nos hemos convertido en víctimas de la ansiedad que generamos en los demás. No defraudar a quienes esperan magníficos resultados de nuestro empeño, se convierte en un peso emocional que muchas veces se torna abrumador.

Sé de muchos adolescentes que combaten con un estrés diario ante la cantidad de temario que tienen que estudiar. El estrés se ha convertido en una parte del sistema con la que debemos aprender a lidiar. La necesidad de aprobar los exámenes es tan grande que algunos chicos y chicas no pueden con ella. 

La semana pasada tuve un examen de filosofía. A pesar de haber dedicado toda la semana al estudio, no llegué a demostrarlo durante la prueba escrita. Así que he tomado conciencia de que el sistema necesita una adaptación para alcanzar los objetivos que propone. 

En nuestro modelo educativo se premia la memorización frente a la comprensión del contenido de cada asignatura. Se enfatiza en que tenemos que aprender los textos de memoria y no en que entendamos los argumentos que los sustentan. Esto me recuerda a las listas de los reyes Godos de las que habla mi abuelo, que todavía es capaz de repetir como una letanía, aunque desconozca quién hizo qué por su reino. Por eso, no son pocas las veces que me siento como un loro desplumado, que va graznando un sinfín de conceptos con el único propósito de conseguir una buena calificación.

No nos pueden seguir examinando como si los colegiales fuésemos peces a los que se evalúa por su capacidad para trepar a los árboles. Necesitamos que se reconozcan y valoren las diversas habilidades y talentos de cada cuál. Los métodos británicos y norteamericanos buscan la trasmisión el aprendizaje por medio de la experimentación y el juego. Que el alumno aprenda del error y que sea el profesor quien se adapte a él. 

Cambiar el sistema educativo puede parecer una tarea monumental, pero dar el primer paso hacia un cambio positivo es necesario. Es hora de abogar por un sistema que nutra y desarrolle las habilidades individuales, en lugar de forzar a todos los estudiantes a adaptarse a un molde único.