XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

Bob Esponja fue
el culpable 

Jimena Rosique Gutiérrez, 16 años

Colegio de Fomento Altozano (Alicante)

En la comodidad del sofá de mi casa, me dispuse a ver con mi hermana pequeña una serie de animación que ha dejado huella en muchas personas, también en mí: “Bob Esponja”. 

Se trataba de un episodio más, como cualquier otro de la colección, en el que discutían los protagonistas del programa –nada nuevo–: Bob, la esponja amarilla con su mejor amigo, Patricio, la estrella de mar y ambos con su compañero de cocina, Calamardo, el cefalópodo. Aunque el escenario fuera el fondo del mar, como era invierno, estaba todo nevado. El dúo de amigos tan conocido, pronto comienza a lanzar bolas de mar helado a su vecino. Este, responde con otro bolazo, que se desvía de su trayectoria y acaba entre las llamas de una fogata, apagándola. Todos los peces que allí se calentaban lo señalan con sus aletas para acusarle, dando por hecho que fue Calamardo quien comenzó aquel desaguisado. Ante el gesto de tristeza y resignación del personaje de dibujo animado, me pregunté cuántas veces, en el mundo real, la desinformación consigue que el oprimido se convierta en opresor.

“Sentido común y subjetividad” es una de las obras de Kant, primer filósofo en tratar acerca de la subjetividad, donde nos deja con una reflexión muy importante: las acciones pueden considerarse justificadas dependiendo de su motivación. Así pues, podemos estar juzgando las atrocidades sumamente malignas cometidas por un sujeto sin saber qué le ha llevado a hacerlas. 

Si aplicamos lo que afirma este pensador, interesarnos en lo que tiene que decir cada persona puede ayudarnos a adquirir una opinión crítica frente a algún conflicto, pues quizá, solo quizá, sus acciones sean razonadas. Ahora bien, esto no excusa toda reacción como si pudiera considerarse justa, pues es posible que contenga un peso mayor que la causa, llegando a salir fuera de los límites morales o éticos.

Calamardo también hizo uso de la violencia, pero tuvo una acción que lo justificaba: la constante burla y abuso de sus vecinos. No obstante, como le pesa una fama de cascarrabias, nadie se preocupará por preguntarle qué fue lo que le llevó a lanzar la bola de nieve, pues la población marina está predispuesta a condenarle. Algo parecido puede ocurrir en nuestro entorno cercano, en donde podemos sentirnos tentados a creer a aquel que tiene buena reputación, antes que hacerlo con el que no sentimos tanta afinidad. 

Estos malentendidos son situaciones habituales, por eso es tan importante mantenerse informado y no dejarse manipular por las versiones de los demás, que pueden ser interesadas. La desinformación nos convierte en unos peces negligentes.