XV Edición

Curso 2018 - 2019    

Alejandro Quintana

Escritores de
pequeñas cosas

María Rodríguez Romero, 16 años

Colegio Tierrallana (Huelva) 

En ocasiones buscamos lo más complejo o estrambótico de la sociedad para con ello convertir el espacio de una hoja en blanco en un sinfín de palabras, sirviéndonos de esas rarezas para describir de una forma idealista o perturbadoramente pesimista una realidad de la que todos participamos.

A veces deberíamos fijarnos en las cosas más simples, porque vivimos de un modo tan acelerado que pasamos por alto los pequeños detalles que convierten la vida en una experiencia que merece la pena. Una sonrisa, un abrazo, una mirada, un consejo… Este tipo de gestos se encuentran presentes en la humanidad desde el principio de los tiempos y dan sentido a cada generación, pero, sin embargo, los pasamos por alto.

Imaginemos un mundo donde nadie se parase a escucharnos, a sonreírnos, a animarnos. Llevaríamos una existencia tan gris, tan triste.... pues esos pequeños detalles son los que iluminan la rutina.

Necesitamos las pequeñas manifestaciones de amor para realizarnos como personas, pero estamos tan habituados a ellas que no les damos la importancia que merecen. Por eso preferimos buscar elementos negativos con lo que polemizar. Nos resulta sencillo hallarlos en las series de televisión, las conversaciones, los juegos electrónicos, las noticias... hasta el punto de que leer un artículo sobre lo bello que es un abrazo, nos resulte ridículo. De hecho, preferiríamos saber que ese abrazo esconde algún tipo de intención retorcida que le dé morbo al texto.

Es una pena que no queramos valorar las pequeñas cosas, por querer impresionar a nuestros lectores con aquello que nos parece impactante. Deberíamos tener como principal objetivo, al escribir, expresar con belleza nuestros ideales e influir con ellos de forma positiva en el lector. A una sociedad tan convulsa y estresada, no es prudente sobrecargarla con ideas retorcidas que hagan de la lectura, también, un momento de inquietud.

A lo largo de la historia hemos comprobado cómo una de las herramientas para servir a los demás reside en los escritos, pues son un rápido vehículo de expansión que perdura en el tiempo, una forma de proponer a nuestros semejantes lo necesario para que todos podamos afrontar la vida. Pero no se trata ya solo de afrontarla, sino de vivirla. En muchas ocasiones nos encontramos con personas que viven ignorando las emociones positivas y los sentimientos buenos, pilares de la vida del hombre.

Para conocer esos sentimientos y emociones es indispensable leer a aquellos autores cuya obra es un empujón de ánimo, pues en su belleza y luminosidad nos animan a quedarnos con aquello que nos permita vivir con plenitud.